El creciente uso de caballos con fines deportivos ha hecho necesario un mayor cuidado de su nutrición y un control riguroso de su condición física. Hoy en día, además de los problemas comunes de pérdida de peso, también existen problemas relacionados con el sobrepeso.
Impacto en la salud y el rendimiento del caballo
El sobrepeso y la obesidad se encuentran tanto en caballos de ocio como de competición, en todas las disciplinas ecuestres.
Culturalmente, un caballo “redondeado” todavía es valorado; sin embargo, la obesidad no es de ninguna manera deseable y tiene un impacto significativo en la salud y el rendimiento atlético del caballo.
El sobrepeso aumenta la presión sobre los sistemas respiratorio y cardiovascular, además de sobrecargar las articulaciones y ligamentos, lo que aumenta la propensión de los caballos a sufrir lesiones o a agravar las preexistentes. Los caballos obesos también son más propensos a desarrollar el síndrome metabólico equino o laminitis.
La obesidad también afecta la termorregulación, lo que aumenta la susceptibilidad de los caballos al sobrecalentamiento y la deshidratación durante la actividad física. Esto no solo perjudica su salud, sino que también contribuye a una disminución de su rendimiento. Es bastante común que los animales obesos presenten una menor tolerancia al ejercicio.
Cómo identificar y controlar el exceso de peso
El primer paso debe ser pesar al caballo y evaluar su condición corporal. En caballos obesos, la pérdida de peso debe ser un objetivo claro. Para lograrlo, es necesario intervenir tanto en la dieta como en la actividad física, reduciendo la ingesta calórica y aumentando el gasto calórico mediante más ejercicio.
En general, los caballos en buena condición física consumen aproximadamente el 2% de su peso corporal en alimento, incluyendo forraje y concentrado. Cuando se necesita controlar el peso, la ingesta debe ajustarse al 1,5% del peso corporal del caballo. Esta reducción, al igual que la pérdida de peso, debe ser gradual.
Inicialmente, se deben reducir los concentrados a base de cereales ("pienso"), e incluso eliminarlos por completo. Es fundamental cubrir las necesidades nutricionales del caballo, especialmente la lisina (un aminoácido limitante), las vitaminas y los minerales. El pienso debe elegirse para aportar estos nutrientes con bajo contenido calórico (los llamados "equilibradores"). Como alternativa, se puede complementar el forraje con un suplemento de vitaminas y minerales.
A medida que disminuye la cantidad total de alimento, es probable que el tiempo dedicado a comer y masticar también disminuya. Para minimizar esto y reducir los riesgos asociados (en particular, las úlceras gástricas), debemos implementar estrategias para extender el tiempo de alimentación, como ofrecer forraje en mallas finas. El forraje también debe pesarse y administrarse según lo prescrito.
Puntos clave para recordar:
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Evaluar periódicamente la condición corporal del caballo.
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Pese siempre el alimento (heno y concentrado).
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Ajustar la alimentación según el nivel de actividad física del caballo.
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Considere complementar el forraje con un concentrado bajo en calorías y rico en nutrientes (BALANCE).
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Intente prolongar al máximo el tiempo de alimentación y masticación del caballo.