La aparición de signos de fatiga es algo que buscamos evitar durante la actividad física o la competición. La fatiga tiene una naturaleza multidimensional, dependiendo de la actividad realizada (intensidad, duración y tipo de actividad), la condición física del caballo, su estado fisiológico y las condiciones ambientales (temperatura, humedad, altitud y contaminación) a las que está expuesto.
La fatiga suele estar asociada a factores como el agotamiento de las reservas de glucógeno muscular, la acumulación de subproductos metabólicos y la acidificación muscular, la pérdida de electrolitos, la hipertermia, entre otros.
La nutrición desempeña un papel importante en el ejercicio, ya que proporciona las fuentes de energía necesarias para la producción de energía. En general, las fuentes de energía son las grasas y los carbohidratos, utilizados en forma de ácidos grasos y glucosa.
Las actividades predominantemente aeróbicas (de larga duración y baja intensidad) utilizan principalmente energía de ácidos grasos, mientras que las actividades anaeróbicas (de corta duración y alta intensidad) utilizan principalmente glucosa. Durante el esfuerzo físico, los caballos utilizan ambas formas de producción de energía, dependiendo más de una u otra según el tipo de esfuerzo.
Prácticas de manejo de la alimentación para ayudar a reducir la fatiga en caballos de competición:
Asegúrese de una hidratación adecuada
Debemos asegurarnos de que el caballo beba agua. Una buena hidratación es esencial para la homeostasis del organismo, así como para una adecuada termorregulación, fundamental para prevenir la fatiga.
Compruebe que el agua no esté demasiado fría en invierno (tenga cuidado con los bebederos automáticos, que podrían no funcionar correctamente) ni demasiado caliente en verano. Proporcione una fuente de sal para estimular la ingesta de agua o bien, opte por suministrar electrolitos.
REHIDRAMAX
Debemos saber identificar los signos de deshidratación, por ejemplo, palpando el pliegue del hombro, evaluando la humedad de las mucosas, comprobando heces secas, entre otros.
Evite las comidas copiosas antes de hacer ejercicio.
Se deben evitar las comidas copiosas (pienso concentrado, heno o una combinación de ambos) en las 2 horas previas a la actividad física intensa, ya que la ingesta de alimentos provoca una disminución del volumen plasmático. Esta disminución se debe a la movilización de líquidos hacia el tracto gastrointestinal, lo que puede comprometer el volumen circulatorio y la termorregulación durante el ejercicio, aumentando así la susceptibilidad a la fatiga.
Sin embargo, cabe destacar que los caballos que realizan esfuerzos prolongados, como la resistencia, se benefician de la ingesta previa de fibra larga. Estos caballos pierden grandes cantidades de agua y electrolitos a través del sudor, y los compartimentos intestinales actúan como reservorios para su reposición.
Priorizar las dietas ricas en fibra
Las dietas ricas en carbohidratos no estructurales (almidón y azúcares), consumidas hasta 3 horas antes del ejercicio, promueven un consumo rápido de carbohidratos y reducen la oxidación de grasas, lo cual puede provocar fatiga prematura en caballos sometidos a esfuerzos prolongados (como en la fase de resistencia y cross-country del concurso completo). Por lo tanto, son preferibles los alimentos bajos en almidón y azúcares.
Las dietas ricas en fibra parecen ser beneficiosas para los caballos sometidos tanto a esfuerzos cortos e intensos como a esfuerzos prolongados. Estas dietas también se asocian con una mayor ingesta de agua y, en consecuencia, una mejor hidratación.
Aumentar la incorporación de grasas en la dieta.
Las dietas ricas en grasas permiten una mayor concentración de ácidos grasos circulantes, lo que favorece esta vía energética. Esto ayuda a preservar las reservas de glucógeno muscular, lo cual parece contribuir a la prevención de la fatiga.
Sin embargo, es importante destacar que los caballos deben adaptarse a dietas ricas en grasas. Los estudios demuestran que el período mínimo para que estos cambios adaptativos comiencen es de 3 a 5 semanas (y de 10 a 12 semanas para una adaptación completa).
Asegúrese de que haya una reposición adecuada de electrolitos.
Los caballos sometidos a un esfuerzo competitivo pierden invariablemente agua y electrolitos a través del sudor. Los electrolitos son esenciales para mantener el equilibrio ácido-base, la osmorregulación, la transmisión del impulso nervioso y la contracción muscular. Una pérdida significativa de electrolitos afecta negativamente el rendimiento del caballo, contribuyendo a la fatiga prematura.